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La música minimalista es una corriente de música contemporánea actual desarrollada en la década de 1960 en Estados Unidos. Surgida como un movimiento underground en los espacios alternativos de San Francisco, pronto se empezó a oír en los lofts de Nueva York hasta llegar a ser el estilo más popular de la música experimental del siglo XX. En sus inicios involucró a decenas de compositores,[Nota 1][St.1991 1] a pesar de que solo cuatro de ellos lograron relevancia, La Monte Young, Terry Riley, Steve Reich, Philip Glass,[1] a los que se unirá más tarde John Adams. Una de las primeras obras minimalistas es Trio for Strings (1958), de La Monte Young, aunque la pieza considerada fundadora es In C de Riley, compuesta en 1964.
La música minimalista a veces se engloba bajo la etiqueta más amplia de música posmoderna y en Francia, la corriente se denomina frecuentemente música repetitiva, y designa más específicamente todas las obras que utilizan la repetición como técnica de composición. En Europa sus mayores exponentes son Michael Nyman, Gavin Bryars, Louis Andriessen, Karel Goeyvaerts, Renaud Gagneux, Bruno Letort, Stefano Ianne y Steve Martland..[St.2000 1] A veces se incluyen a los llamados minimalistas sacros —Henryk Górecki, Arvo Pärt, John Tavener, Alan Hovhaness—, en los que se acentúan los rasgos espirituales, religiosos o místicos de la música, e incluso a otros compositores, generalmente incluidos en la New Age, que solamente comparten un cierto enfoque como Wim Mertens, Yann Tiersen y Ludovico Einaudi.[2][3][4] El año 1976, retrospectivamente, será un momento cumbre del minimalismo como conjunto[5] con la coincidencia de estrenos de Music for 18 Musicians de Reich, de las óperas Einstein on the Beach de Glass y de De Staat de Andriessen, de Für Alina de Pärt y de la Tercera Sinfonía de Górecki, piezas todas que aportaran un «soplo de aire fresco» en el mundo de la música clásica del siglo XX.[5]
Más que un retorno a la tonalidad, la corriente se caracteriza principalmente por el uso de una pulsación regular y por la reiteración de las frases musicales en pequeñas unidades como figuras, motivos y células, que evolucionan lentamente confiriéndole una apariencia estática. Más allá de un movimiento de reacción al serialismo, entonces dominante en Europa, la música minimalista marca el surgimiento de una música estadounidense innovadora, desligada de sus lazos europeos. Los compositores minimalistas también han operado un regreso hacia más emoción musical, en lugar del enfoque esencialmente intelectual de la música serial, o de la aproximación conceptual de la música experimental como la practicada por John Cage. Tras unos inicios difíciles fuera de los circuitos tradicionales de la música clásica, la música minimalista ha conseguido el apoyo de un cierto público, en ocasiones procedente de universos diferentes como el jazz, el rock, las músicas improvisadas o la música electrónica. La televisión y el cine han utilizado ampliamente esta música, especialmente las obras de Philip Glass, contribuyendo a su difusión entre el gran público. También se han expresado violentas críticas desde el mundo musical hacia la corriente minimalista, acusándola de producir una música de consumo, superficial y sin alma.
No está claro cuándo se originó el término «música mínima(l)[ista]» (minimal music). Steve Reich ha sugerido que es atribuible a Michael Nyman, una afirmación que dos estudiosos, Jonathan Bernard y Dan Warburton, también han hecho por escrito. Philip Glass cree que fue Tom Johnson quien acuñó la frase.[6][7][8]